El día comenzó con el murmullo del amanecer mientras nos alejábamos de la ciudad de Panamá en dirección a El Valle de Antón. Dos horas de carretera nos dejaron a las puertas de este paraíso natural. Al llegar, no tardamos en conseguir un taxi pickup de trasporte local, nos llevó por los caminos de tierra que dificultan a un carro sedan, hasta la falda del imponente Cerro Gaital, donde el guardaparque, el señor José, nos recibió con el checklist de pago ($2.00 p/p pago vía web) y una charla sobre la biodiversidad de la región, sus senderos y la importancia de conservar este santuario natural.
Con la energía renovada y el espíritu de aventura encendido, iniciamos la primera etapa del ascenso. En apenas 25 minutos de caminata, el bosque se abrió ante nosotros, revelando el primer mirador. Desde allí, el Valle de Antón se desplegaba como una obra maestra de la naturaleza: un paisaje donde el verde dominaba y los techos de las casas parecían piezas diminutas en el lienzo de la montaña. El aire fresco nos llenó los pulmones, y con una sonrisa compartida, nos preparamos para el tramo más desafiante.
El sendero se tornó más inclinado con varios puntos de escalada y las raíces emergían como obstáculos naturales, poniendo a prueba nuestra resistencia. A medida que ascendíamos, la niebla comenzaba a envolver la cima, dotando el paisaje de un aura mística.
Nos detuvimos a escasos metros de la cumbre, maravillados por la visión de las alturas y el juego de luces de los rayos del sol entre las nubes. Palbaras sobraban para describir la sensación de estar allí, con la montaña como testigo y la inmensidad del paisaje abrazándonos.
“Nos detuvimos a escasos metros de la cumbre, maravillados por la visión de las alturas y el juego de luces de los rayos del sol entre las nubes. “
Con el descenso, el espíritu seguía intacto y el outfit outdoors cubierto de lodo, pero la emoción de la travesía nos acompañó hasta nuestro regreso a El Valle. Allí, como una tradición implícita entre caminantes, nos reunimos en una pequeña cafetería, donde el aroma del café recién preparado marcó el cierre perfecto para nuestra aventura. Con cada sorbo, revivimos el esfuerzo, la satisfacción y el asombro de la jornada, sabiendo que Cerro Gaital nos había regalado un recuerdo imborrable. 🌿🏔️